«Tradicional» reflexión de mi amigo Juanma Canseco sobre las películas navideñas.
El argumento es el mismo siempre y éstas son algunas de sus principales pautas:
– Historia romanticona donde por algún evento azaroso se conocen en vísperas de Nochebuena una pareja de vidas dispares, casi siempre uno de los dos es papá o mamá de una niña que canta y que está ligeramente traumatizado/a porque se quedó viudo/a hace un par de años, eso sí, estando aún de buen ver. Lógicamente, si usted se queda viudo o viuda con las hechuras de una lavadora Balay olvídese de tener un romance navideño
– El otro/a es un/a millonario/a empresario/a sin escrúpulos que va al entrañable pueblo a derribar un viejo teatro y poner en su lugar un Mercadona y cuyo corazón se ablandará al conocer al viudo/a y su encantadora niña. Una cabaña de madera con chimenea y adornada con tres mil quinientas bombillas navideñas y muchos calcetines de Santa Claus le harán recapacitar que en realidad esa es la vida que anhela, ya que las limusinas, el ático en Central Park, los trajes de Armani y las langostas con caviar iraní le producen mucho estrés.
-Si el romance surge en ciudad será en Nueva York por supuesto, con sus calles iluminadas de manera que las luces que ha puesto Bruno (alcalde) en Cádiz te parezcan las de la Feria de Umbrete y mucha, muchísima nieve.
-El flechazo definitivo aparece cuando uno ayuda al otro a hacer en la cocina el pastel de arándanos o las dichosas galletas de jengibre, viniendo después el inevitable paseo donde vuelca el trineo y se quedan uno encima del otro, comprendiendo en ese momento que el revolcón va a ser inminente aunque el suelo esté más frío que la medalla de Drácula.
– Evidentemente el folleteo solo se intuye, amaneciendo ambos en el dormitorio de la cabaña y ella con las sábanas a la altura de los hombros. De lo contrario estaríamos hablando de una película de Gonzalo Garcia Pelayo…»
Poco navideña entonces:
Deseaba llamarla Sumisión pero con el sexo nunca sé bien lo que quiero
(Película y making off)



