Seles está alcanzando el estatuto de adoración…

«Seles está alcanzando el estatuto de adoración, y el círculo más exquisito de la cultura local ya la considera un genio.»

Así de rotunda es la apreciación de Quintín sobre Lucía Seles. En su antológico artículo me encuadra por primera vez en un cierto «movimiento» cinematográfico junto a Campusano y Seles, con diferencias de edad, de estilo, de origen pero los tres aupados a la crítica internacional por la intuición de Álvaro Arroba. Por eso creo que este movimiento, que tiene otros cineastas muy importantes en sus entornos como son Llinás, Serra y Almodóvar, nos podríamos llamar en gramática de Seles «las alvarettes«, jajajaja.

Nunca estuve en ninguna ola ni cinema novo, ahora sí me siento bien dentro de las alvarettes.

Dice Quintín sobre mis compañeras:

«El director de producción de las películas y otro de los personajes del libro («Diario de Camboya» de Mario Varela, origen del artículo) es José Celestino Campusano. Campusano (Quilmes, 1964) es un original, y su cine vanguardista y brutal es acaso la única expresión en el cine argentino de una épica de la clase baja sin demagogia ni condescendencia. Películas como Vil romance, Vikingo y Fantasmas de la ruta, entre otras, son clásicos de la producción underground y del talento de Campusano como cineasta, pero también como descubridor de un mundo que incluye los motoqueros y como organizador de su cine bajo pautas parecidas a las de Pelayo: equipos chicos, velocidad, flexibilidad, inspiración. En Camboya, Campusano filma además una película propia. Es un documental sobre Pelayo que se llama Pelayo por Campusano e incluye una larga entrevista del argentino al español (o viceversa, porque Campusano no es de los que se callan). En un momento, le pregunta a Pelayo quiénes son, según él, los grandes directores actuales. Pelayo responde que Mariano Llinás, Pedro Almodóvar y Lucía Seles. Si Campusano es de culto, Seles está alcanzando el estatuto de adoración, y el círculo más exquisito de la cultura local ya la considera un genio. Nacida Diego Fernández, aparentemente en Chile (sólo aparentemente jajaja, como todo lo de Seles), en una fecha imprecisa, Seles irrumpió en el Bafici 2022 con su trilogía (luego, tetralogía), que transcurre en un club de tenis. Sin improvisación alguna, con un ritmo y una precisión marcados, su elenco de actores encarna los personajes más radicales, más beckettianos, más románticos, más autistas que se hayan visto en una pantalla. Entre esos personajes, la más impresionante es la tenista, interpretada por Laura Nevole, que logra generar una tensión insoportable cada vez que aparece frente a la cámara.

El productor de las últimas películas de Seles es García-Pelayo. Uno de los films de la maratón de Pelayo se llama La próxima película de Carmen Trevilla. Trata sobre un director español (interpretado por Iván Pelayo) que viene a la Argentina para producir la película de una directora, Carmen Trevilla, interpretada por Seles. Es un excelente retrato de Seles, en particular de su curioso lenguaje, de su imperiosa extravagancia. Es también una película de Seles, quien figura como guionista. En una escena, Seles le pide a Campusano que le enseñe a manejar una moto. (foto de las tres alvarettes).

Esta historia llega a su fin. Pero tal vez quede un último punto por esclarecer. ¿Qué tienen en común los realizadores a los que Arroba ha lanzado al juego grande, en qué se parecen Serra, Llinás, Pelayo, Seles, Campusano? Hay algo que los une, que no tiene que ver con una estética ni con un estilo ni con una concepción del cine (en ese sentido, son muy distintos entre sí). Por un lado, sus películas no buscan ser mejores que las de sus colegas, sino radical y grandiosamente distintas, incluso espectaculares y extravagantes por la longitud, la cantidad, la agresividad, la combatividad, el extrañamiento. No hay en ellos nada que sea de pequeña escala, salvo el presupuesto. Pero también tienen una común manera de gestionar su tarea como cineastas. Los cinco funcionan como conductores de un equipo estable al servicio de una estrategia a largo plazo. Esos cinco cineastas tienen algo de generales de ejército y responden más a la figura que comúnmente se le atribuye a un militar en campaña que a la de un artista. Es que, en la era de Arroba, los directores saben cuál es el perfil adecuado para trascender.»

Quintín encuentra el nexo de las alvarettes y es de los pocos a los que le parece bien que hagamos muchas películas (eso que gusta a nadie) o filmes muy largos o muy crípticos. Graaaaaaaaaaacias Quintíiiiiiiinnn !!!

El mago de Valladolid

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