… Un manifiesto de libertad creativa que se agradece

«Gonzalo García Pelayo esboza, como en todas sus películas, tengan o no contenido sexual, un manifiesto de libertad creativa que se agradece muy especialmente en esta era de puritanismo…»

Escribe Alfonso García:

«Sin pretensiones de tratado sexológico, pero apoyándose en los conocimientos académicos de la prodigiosa Anikka, coprotagonista y guionista creo que principal en este empeño, «Deseaba llamarla…» alterna, con una sagaz distribución de situaciones y un ágil montaje en cada una de ellas, la acción sexual, con tráfico de cámaras bien visible, y la distendida conversación de los actores, en un sofá, acerca de asuntos bien interesantes: la naturaleza del deseo, los roles de poder y sumisión, la honda distancia entre lo básico de los mecanismos de la excitación masculina y la sutileza y mayor complejidad de los mecanismos de la excitación femenina, el reconocimiento de lo saludable que puede ser abandonarse a lo básico y hasta animal en la práctica, la sutil y no porosa frontera entre la aceptación de juegos atrevidos y el sadomasoquismo, etc.

Con la siempre atinada elección de textos y poemas propios o ajenos que hace Luisa Grajalva y que, en esta ocasión, dan refuerzo y mayor sentido a los momentos de acción sin barreras, Gonzalo García Pelayo esboza, como en todas sus películas, tengan o no contenido sexual, un manifiesto de libertad creativa que se agradece muy especialmente en esta era de puritanismo y protocolos. Defiende que en el cine, como en la cama y en la cocina, es muchas veces conveniente entrar sin demasiadas soluciones preconcebidas, y que fluya lo que tenga que fluir.»

(Link a «Deseaba llamarla Sumisión, pero con el sexo nunca sé bien lo que quiero«)

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