«Hay muchas cosas en el cine de Pelayo, pero, en particular, hay vida.»
Lo que Quintín (licenciado en matemáticas y exdirector del festival Bafici) escribe sobre mí (foto-captura de película casera de finales de los ochenta):
«Casualmente, yo había conocido a García-Pelayo poco tiempo antes de que Varela me contara sobre su oferta de trabajo. De hecho, el español había estado en casa, en una gira solitaria que emprendió por la costa atlántica buscando locaciones para Bruna, que finalmente se rodó en el Gran Buenos Aires. En un almuerzo con Coca-Cola (Pelayo no fuma, no bebe, no se droga), tuvimos la oportunidad de oírlo contar la historia que lo califica como uno de los personajes más singulares de la fauna cinematográfica. Es probable que el lector la conozca, pero la resumiré brevemente.
Pelayo (Madrid, 1947) empezó haciendo cine en Andalucía, donde rodó cinco películas entre 1976 y 1982. Una de ellas, Vivir en Sevilla (1978),es un clásico de culto y una de las películas más virulentamente eróticas del cine español. Harto de no obtener financiación y de no ser reconocido por la crítica, se cansó del cine y se dedicó a la producción discográfica, en la que tuvo mucho éxito. Pero más éxito tuvo en los noventa desbancando a los casinos. Ayudado por sus hermanos y sus hijos, Pelayo estudió mediante métodos estadísticos los desbalances de las mesas de ruleta y, apostando en conjunto a partir de esa ventaja, ganó mucho dinero antes de que los casinos corrigieran sus ruletas. Cineasta, productor, erotómano («viajé muchas veces a la Argentina por las mujeres»), jugador y matemático aficionado, acaso el rasgo más extravagante de Pelayo es que no solo les ganó a los casinos, sino que también quiso ganarles a los matemáticos profesionales. En aquel almuerzo afirmó haber demostrado la conjetura de Goldbach («todo entero par mayor que dos puede expresarse como la suma de dos números primos»). Formulada en 1742, la conjetura es uno de los problemas abiertos más famosos de la matemática, contra el que se han estrellado las mentes más brillantes. Ahí dudé un poco de la cordura de Pelayo, aunque en todo lo demás es un señor absolutamente sensato y de una inteligencia profunda.
Pero Pelayo estaba filmando de nuevo a partir de una especie de milagro. Cuando ya había renunciado definitivamente, un día dos críticos le tocaron el timbre y le dijeron que querían entrevistarlo porque lo consideraban un maestro del cine. Pelayo respondió que los había estado esperando durante treinta años, y aunque el reconocimiento circuló apenas entre un grupo reducido de cinéfilos, fue suficiente como para que Pelayo volviera a dirigir y lo hiciera como para recuperar el tiempo perdido.
Así, entre 2013 y 2020 dirigió nueve largometrajes, pero entre 2021 y 2022 filmó diez en doce meses y diez más en los doce meses siguientes, entre ellos, Bruna. Luego hizo —por el momento— tres más. Una maratón de récord Guinness y difícil de creer. Salvo por un detalle: todas las películas de García-Pelayo se pueden ver gratis en su página web (y vale la pena darse una vuelta por Cine Pelayo).
Entre sus últimas producciones hay por lo menos dos muestras de su pasión erótica, Tu coño (2022) y, la última, Cantar desnuda (2025), donde la cantante Annika hace lo que dice el título. Pero la mayoría de las películas no son de sexo: a García-Pelayo le interesan los viajes, los dramas familiares, la música, la vida cotidiana de la gente (hay, por ejemplo, una película sobre los trabajadores del delivery, PedidosYa). Hay muchas cosas en el cine de Pelayo, pero, en particular, hay vida. Y además, hizo treinta y dos películas en menos de diez años. Como suele repetir, en el arte la cantidad también importa…
En Camboya, Campusano filma además una película propia. Es un documental sobre Pelayo que se llama Pelayo por Campusano e incluye una larga entrevista del argentino al español (o viceversa, porque Campusano no es de los que se callan). En un momento, le pregunta a Pelayo quiénes son, según él, los grandes directores actuales. Pelayo responde que Mariano Llinás, Pedro Almodóvar y Lucía Seles…
El productor de las últimas películas de Seles es García-Pelayo. Uno de los films de la maratón de Pelayo se llama La próxima película de Carmen Trevilla. Trata sobre un director español (interpretado por Iván Pelayo) que viene a la Argentina para producir la película de una directora, Carmen Trevilla, interpretada por Seles. Es un excelente retrato de Seles, en particular de su curioso lenguaje, de su imperiosa extravagancia. Es también una película de Seles, quien figura como guionista. En una escena, Seles le pide a Campusano que le enseñe a manejar una moto.»
(https://revista.orsai.org/el-mago-de-valladolid/ Los cuatro párrafos que lo abren es un asunto interno de la revista, interesante sobre el Quintín underground, pero que poco tiene que ver con la proposición del título)