En la ficción de «Felicidad suplente» Juan de Prado pasea con una llama para disfrute de la chiquillería.
En la realidad, que él cuenta en el film, su vida, como la de todo el mundo, está llena de bifurcaciones que son muy marcadas en su caso: un abuelo, exiliado comunista español en Argentina decide enviar al padre de Juan a estudiar a la antigua Checoslovaquia, allí, en Bratislava, conoce a la que sería madre de Juan, que se considera austrohúngara, del antiguo imperio, nace Juan y al cabo de pocos años la familia decide retornar a la Argentina.
Con el tiempo Bratislava pasa a ser capital de la separada Eslovaquia con cambio no solo en el futuro de Juan, cambio normal, sino del pasado que no es tan común en el cambio de la vida de las personas. La presencia actual de Juan es una cadena de muchos milagros seguidos, cadena que de haberse roto en cualquiera de sus eslabones hubiera significado otra vida, otra identidad, otra presencia de Juan. Como, de manera, no tan explícita nos puede pasar a todos nosotros.
La llama, por otra parte, está en las llanuras bonaerenses casi tan lejos de su habitat andino como Juan lo está de su Eslovaquia natal.
Link de la película (libre y en abierto)