Me escribe Luisa Grajalva sobre “PedidosYa”:
“Pedidos Ya” es una nueva y poderosa inyección de vitalidad y vida que debemos a tu cine, un nuevo fresco (y lleno de frescura) cinematográfico que muestra una realidad de al lado mismo de nosotros, presente ya en todas las grandes ciudades del mundo e ignorada más allá de una insuficiente superficie. Así de sencillo, así de cierto así de natural. Sin ningún tipo de doctrina moral, algo que el espectador adulto siempre agradece enormemente, porque la simple visión de esa realidad basta y sobra para darse cuenta de lo que personal y socialmente lleva consigo. Y con una historia de amor que va más allá de él para interrogarnos sobre vidas plenas y vacías, sobre frustrantes rutinas y esperanzas de mejora, y que a mí no deja de recordarme a la hermosísima Rocío y José, como si los protagonistas de esta se hubieran hecho mayores y transformado en urbanitas argentinos.
Siempre me ha gustado particularmente una cosa de tu cine: que a la lectura de sus líneas explícitas añade una lectura entre líneas o tras ellas mucho más amplia y llena de sugerencias para reflexionar. “Pedidos Ya” no es una excepción, tras su sencillez se plantean muchas preguntas acerca de nuestros modelos sociales, sus desigualdades, la lucha por la supervivencia, la búsqueda de una vida más auténtica, los modelos de ciudad que hemos construido, la precariedad laboral, la explotación y sus trampas, la falta de oportunidades, el ingenio para escapar, por poco que sea, de esa precariedad y muchas más. Y todo ello mostrando, nada más y nada menos, que el paso de la vida a través de unos días cualesquiera, de unos personajes, como tantos, para los que la ilusión sigue siendo el motor vital.
“Pedidos Ya” reúne muchas cosas espléndidas en su aparente sencillez: su credibilidad al cien por cien, con la gran naturalidad de sus actores (tiene razón Ágata al decir que cuesta creer que es una ficción), su ritmo, su fluidez, sus imágenes urbanas al compás del incansable pedaleo de esos “riders”, la autenticidad de lo que refleja y de cómo lo refleja. Y la música, siempre punto y aparte sobresaliente en tu cine, gran acierto el compás de ese rap (magnífico de música y letra), música callejera y nacida en las calles, imposible otra música más propia para esta película, y ese rapear que”El se transforma en el compás de desolación, pero también de esperanza al que se entregan sus personajes y se funde con él. Y su final de celebración, de pequeña victoria ante una organización social hipócrita y excluyente, el pequeño David ha logrado hacer un leve arañazo en la piel del gigante Goliat social, pero algo es algo. Y la “señorita piano” ha escapado del vacío y ha aprendido a elegir lo que la hace sentirse viva. Los motores de la alegría y la ilusión siguen moviendo el mundo.
Luisa es autora de “El otro lado de la realidad” y colaboradora de otras películas, anteriores y posteriores a “PedidosYa” que puede verse completa y libre en
cinepelayo.com