Textos de Luisa Grajalva para «Cantar desnuda»

«Ella no puede recordar en qué momento convirtió su cuerpo en canción. O en instrumento para que él compusiera con su tacto la música aún no inventada…
Grababa el disco de su vida y lo estaba grabando con su vida, cada surco contenía un trozo de su piel, un escalofrío de su alma…
Tu boca convertida en el umbral del mundo. Y la mía, entreabierta para que te adentres en paisajes de mí que no conozco…
Es preciso asomarse a los instintos, atreverse a aceptar de su oscura palabra un guiño cómplice…
Intensidad es la palabra. La que se añora cuando el mundo se vuelve tibio…
Deseo también lo que se va de ti, un gesto fugitivo, la impresión que te cruza…
Cantar desnuda es oficiar el ritual de una sacerdotisa que por amor quebranta sus votos y acepta la condena de su muerte…»

Son textos de Luisa Grajalva que mi hermano Javier leía en septiembre en una radio de Sevilla para «Cantar desnuda» que íbamos a rodar inmediatamente en Buenos Aires. Con un tono extraño, a mucha velocidad, como un dios menor algo enfadado por el comportamiento amoroso de los humanos. Debe darle distancia, añadir un matiz contracultural a una película de amor y de sexo que nunca debe ser blanda ni complaciente.

Ayer la vimos completa con el exacto montaje de Martín Farina que la terminaba con brillantez.

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