Juan Manuel García Ferrer habla sobre «the bewilderment of chile»

Juan Manuel García Ferrer habla sobre «the bewilderment of chile» y de nuestra participación en el film:

«Los García Pelayo, interpretados por miembros reales o ficticios de la familia, dominan la trama. Es quizás Javier García Pelayo quien, de forma más radical, establece un ‘tour de force’ interpretativo magistral, mostrando ese desasosiego del que hablaba, que abarca también a los demás, cada uno por sus razones, razones que, en muchos casos, se transmiten y relacionan.

Una narradora en off, también en la ficción de la familia, contribuye a esta imagen de seriedad, de drama interior que aflora de todos sus personajes, que en buena parte ofrecen un juego actoral más allá de la caricatura.

Uno de ellos dice una frase para definir el malestar de otro, ese malestar que carcome también, por resonancia y simpatía, su ser, que me ha gustado por definitoria:

No es que sufra, es que está dañado.

Y una nerviosa cámara en mano facilita muchos planos, de poca duración, interponiéndose con otros, como si quisiera participar, ella también, en ese dar vuelta una y otra vez a las preocupaciones.

No quiere decir eso que la película pierda elementos que definían las anteriores. Ahí están esas frases en spanglish comprimido que tanto gusta a Seles hacer aparecer escritas, para ir comentando lo que muestra la pantalla, unos comentarios que, de tan frecuentes y grafía tan compleja, muchas veces dejan escapar buena parte de sus detalles. O las repeticiones en diálogos y situaciones, o, claro está, ahí están también varias escenas para echar unas cuantas risas, entre las que yo destacaría:

-La diatriba contra los franceses que suelta Diego (Gonzalo García Pelayo), el poderoso dueño de las Confiterías Ritz de La Plata, que aunque pueda parecer que obedezca a su ancestral odio a su rival –la elegante cafetería París– parece corresponder a una real animadversión de Seles.

-Los machotes hachas del básquet, que admiten a uno más, Iván García-Pelayo, “para ahuyentarlo de los problemas con su padre”.

-El berrinche que tiene Javier García-Pelayo con el encargado del hotel, que no hay manera que le pase la tarifa de una estancia a lo largo de otoño-invierno.

Pero incluso a una escena que se inicia como comedia, como es la arenga del dueño de la Ritz-Terminal a su staff, para seguir con una seguiriya, tiene en su poso un cierto deje de amargura… manteniendo el tipo: “Todo se va terminando como un sueño que se aleja, pero la Blanca Paloma se queda”«

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