MAKING-OF DE FELICIDAD SUPLENTE

Creo que es la primera vez que un making of de un film de mis películas argentinas recibe una crítica. La de Estrella Millán Sanjuán:

MAKING-OF DE FELICIDAD SUPLENTE.

Rodaje y montaje de Leandro Zerbatto sobre la película de Gonzalo Garcia Pelayo.

Me ocurre algo siempre cuando veo un making-of de una película que me gusta mucho y me llega: por un lado me despierta curiosidad ver las entrañas de su gestación, pero por otro me causa reparo. Prefiero quedarme con esa magia y esa «mentira» del cine que ha provocado en nosotros una sugestión que nos une a ella de forma íntima.
Recuerdo hace un año justo cuando vi un documental de Nelly Kaplan en el que se explicaba detalladamente cómo se rodaron muchas escenas de ese prodigio técnico y expresivo que fue «Napoleón» (1927) de Abel Gance. Fue muy interesante ver esa trastienda de la que ya un visionario como él era consciente y de la que se hicieron fotos de sus artilugios e ideas para conseguir la emoción del espectador. Pero comenté en mi muro que prefería no haberlo visto. Es algo muy particular mío.
Ver esta tarde el «así se hizo» de FELICIDAD SUPLENTE me ha provocado verla con una perspectiva más aséptica, más analítica y con la que se me han despejado muchas dudas y curiosidades acerca de cómo se habrían rodado determinadas escenas. Ese desmenuzamiento me agrada, pero a la vez me aparta de la emoción que me causó hace dos semanas. No es un demérito ni mucho menos. He disfrutado de muchos momentos en esas dos horas y media porque el contraplano de la confección de una película es satisfactorio al ver los entresijos de los que nos dejan ser partícipes. Y eso crea cinefilia también como la que me despertó para siempre en mi niñez «La nuit américaine» de Truffaut.
En esta película hay momentos neutros que exponen el trabajo técnico, de dirección de actores, de cómo guiar en la improvisación, de nuevas tomas por algún fallo, dudas, pero también los hay muy entretenidos y naturales en los que se aprecia el cariño y la sintonía. Siempre es agradable imaginar cómo son los actores en la realidad y para eso sirven también este tipo de trabajos. Pero ocurre que, como ya García-Pelayo promueve mucho la naturalidad en sus intérpretes, cuando los ves desenvolverse en un rodaje no son tan distintos a una actuación. Un making-of trata de ser lo menos invasivo y plasma la cotidianeidad sin trampa, ni cartón. Si queréis ver lo que es el cinéma verité sólo hay que ver y escuchar a Javier García-Pelayo, por ejemplo.
Existe una alternancia con escenas más emotivas como la única donde sale música diegética que causa muy buen ambiente entre los miembros del equipo. Eso es uno de los aspectos más relevantes de la película, se aprecia trabajo en equipo, un diario de rodaje por carreteras, paradas para ver lo rodado en distintos aparatos en bares, la forma de plantear la puesta en escena y un protagonista muy tranquilo que es Gonzalo. Dirigiendo, teniendo las cosas muy claras, dejándose aconsejar alguna vez también y hablando mucho, muy locuaz desde el inicio en que da directrices del alma de la película y en qué consiste la idea. Como si ya intuyera que lo que se trae entre manos va a atraer mucho al público al ser más intimista.
Complace mucho observar cómo plantean las escenas de la pantalla dividida, cómo Gonzalo mide con un cronómetro, cómo les dice los minutos que llevan de película y los que quedan (siempre los números en su vida) y cómo les proporciona la idea del guion, pero que improvisen y salga lo más natural posible. Luego están las escenas graciosas como la de Juan José que comenta que le han dicho que no dejaba hablar a Martín, poniéndose el collarín con dificultad, o hablándonos a cámara consciente de que hace dos películas a la vez. Esa parte del diálogo en la furgoneta me ha gustado, donde bromean además con Aletta sobre quién dirige la película.
También en la que se graban distintos móviles de la escena cuando se acerca casi al final el equipo al puente (uno de los más emotivos de la película original), siendo uno de los mejores para mí cuando se fusionan tres películas. La de ficción, la de Gonzalo y la de Leandro, que observa todo. Hay un momento en que escuchamos a Gonzalo dar directrices a la chica en el río de cómo tiene que andar a la vez que el personaje de Aletta (también director) creando un momento que trasciende lo que ya de por sí es metafílmico.
Hace un rato le comentaba a Gonzalo que la escena en que Martín y él son rodados en plano dorsal andando con la misma posición de manos y actitud corporal representa una imagen excelente de la unión de dos directores real y ficticio. Gonzalo y su alter ego, Ezequiel. Una comunión de ambas películas salida de la realidad y que corrobora que un making-of también es capaz de captar la magia de lo no buscado y deliberado, sino de lo auténtico, lo inesperado, la verdad.
Y que también es capaz de captar planos entre el equipo técnico muy buenos de miembros que dan muy bien en cámara y que son grabados en su trabajo pasando a ser como actores por su naturalidad.
Faltaba el duende de la música de Fernando Arduán, pero eso también indica que ya lo había antes en el proceso de rodaje en momentos claves y que sus canciones elevaron a cotas más altas lo que ya hervía previo al montaje.
Magnífico análisis de lo que es un making of. Gracias Estrella.
La película y el making of lo podéis encontrar libre y en abierto aquí mismo en https://cinepelayo.com/felicidad-suplente

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