Y si no se encuentran mujeres de mucha edad (que las prefiero porque parece que tienen las raíces más metidas en la tierra), buscamos hombres con las mismas preferencias.
Y empezamos por la persona que destaco de todos estos personajes secundarios: en «Dos hermanas: Pilar» rodábamos en Alberti, pueblo enclavado en plena llanura de la pampa argentina, «¿ nos indican una persona grande (mayor) que haya vivido la historia de esta población ? – Sí, vayan a ver a Placido Dova que también es pintor», Plácido, tradición e internet, con 92 años, emociona a Pilar en larga charla. También es el preferido de Lucía Seles.
Retomamos en orden de rodajes para ir a José el Negro con sus romances (grabé con él dos discos largos) en «Frente al mar«, el padre de la mítica Diana de «Corridas de alegría«, y el de los dos chavales de «Rocío y José» que les pide que recen por su madre y compartan el caballo, muchos años después Jero, profesor de boxeo, da lecciones de esgrima y de vida en «Sobre la marcha» y Chema habla de la esencia del arte en «Niñas 2«.
En el grupo de las diez primeras producidas en España aparece la imponente figura de Felipe Zapico, poeta anarquista, que vino al rodaje de «Así se rodó Carne quebrada«, Antonio Álvarez del Pino se desplazó desde Cádiz a la provincia de Ávila para hablar de pintura y misticismo a los personajes de «Alma quebrada» (hace llorar a Selina y José de los Camarones, otro sabio pero no secundario, canta una saeta), poco hablan Surender Kshatriya en «Diario tamil» y Fernando Muñoz en «Pensamiento insurrecto» pero casi todo lo cuentan con su sola presencia, no así como mi hijo Guzmán, el sabio de la familia, que habla, habla y habla (ya lo había hecho en «Alegrías de Cádiz» y en «Así se rodó…«) mientras baila instruyendo en similitudes mitológicas a la gozosa pareja de «Tu coño«.
Y ya en los trece films que llevamos producidos en Argentina aparece Silvio que ilustra a Seles en el fascinante mundo de la ferretería y los tornillos en «La próxima película de Carmen Trevilla«, Mariano Sayavedra, otro de los personajes con los que más me identifico, que explica la posibilidad de que nos enamoremos de 200 millones de mujeres en «Ritmo 2×3«, un arquitecto con aires de derviche embelesa a Paula hablando de su madre en «Dos hermanas: Paula«, el preparador del asado en «Cuatro hombres» alienta las brasas de las tan poco en boga masculinidades carnívoras y Mario Varela trata de encajar a ella en la nueva realidad del país y de su hijo en «Angkor, Camboya: Damiana» (publica ahora un libro sobre esta experiencia, personaje sabio pues).
En las tres últimas hay un encantador especialista en bicicletas que sumamos al elenco al pasar por delante de su establecimiento en «PedidosYa» y sin saber a quien darle el apelativo de «sabio» en «Cantar desnuda» me decanté por Enrique, el músico cubano que, con su gestualidad, mejor entiende el torbellino amoroso en el que se debate Anikka cuando canta.
Todas estas 18 películas (y las 19 de las que escribí ayer) se encuentran libres y en abierto aquí, en cinepelayo.com